El recrudecimiento de la cantidad de contagiados y de muertos por día por coronavirus, guarismos que en promedio se han duplicado durante la segunda quincena de marzo y los primeros días de abril, vuelve a dirigir la atención sobre el papel que juega el transporte público en la propagación del virus. Aunque desde las diferentes jurisdicciones se argumenta que la principal causa de la aceleración del avance de la pandemia son los encuentros sociales sin respetar protocolos, el transporte público es también visto como un «facilitador» de reuniones que no son consideradas indispensables por las autoridades.
Si bien el transporte público nunca dejó de ser exclusivo para trabajadores esenciales desde el inicio de las restricciones en marzo de 2020, la incorporación de nuevas actividades dentro de dicha clasificación así como la apertura de rubros «no esenciales» desde mediados del año pasado, contribuyeron a un sostenido incremento de la cantidad de pasajeros transportados. De acuerdo con los datos publicados por el Ministerio de Transporte de la Nación, la cantidad de pasajeros que utiliza el transporte público es un 57 por ciento menor a la que lo hacía en marzo de 2020. No obstante, el panorama cambia cuando se miran los primeros tres meses de este año: mientras que en enero un promedio de 1.850.000 personas al día usaban el transporte, esa cifra traspuso el umbral de los dos millones de viajes en febrero para ubicarse en los 2.422.000 pax/día en marzo. Para el 5 de abril, último dato disponible, ya viajaban 2.426.000 pax/día. A diferencia de 2020, este año se sumarán alumnos y docentes de escuelas primarias y secundarias dado que la Nación, la Provincia y la Ciudad acordaron mantener las clases presenciales en dichos niveles.
El panorama luce más desparejo cuando se analizan los diferentes medios de transporte por separado. En el caso del Subte, se realiza un promedio de cuatro millones de viajes mensuales, un valor muy lejano de los indicadores históricos –aproximadamente 1,5 millones de viajes al día– mientras que todavía hay estaciones que permanecen cerradas desde marzo del año pasado. Desde la operadora Metrovías aseguraron a enelSubteque se intensificaron las tareas de limpieza en trenes y estaciones aunque aclararon que el control en los accesos es una tarea que depende de la Policía de la Ciudad.
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En cambio, la situación en los colectivos es diametralmente opuesta. Tal como lo revelan las estadísticas del Ministerio de Transporte, circula hoy un 16 por ciento menos de colectivos que al inicio de la pandemia mientras que el promedio de ocupación de las unidades es de 393 pasajeros por coche –en diciembre era de 362–. Los empresarios del sector afirman que es imposible incrementar las frecuencias; si bien el sistema es el que más cerca se encuentra de su promedio histórico de pasajeros transportados, tanto las dificultades económicas derivadas de la pandemia como la cantidad de personal contagiado o exceptuado de trabajar por pertenecer a un grupo de riesgo vuelven impracticable cualquier modificación a los esquemas de trabajo ya en marcha.
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En los trenes metropolitanos, la situación es también grave. Según la operadora estatal Trenes Argentinos, el sistema funciona al máximo de su capacidad. La escasez de material rodante –y los costos y tiempos más elevados de adquisición y puesta en marcha de coches nuevos respecto del transporte automotor–, la existencia de pasos a nivel, la falta de capacidad en algunas estaciones terminales y de sistemas de señales son sólo algunos factores históricos que limitan la posibilidad de ampliar los servicios.
A esto debe sumarse un alarmante incremento en la cantidad de empleados afectados por COVID-19. Durante el fin de semana de Pascuas y el pasado lunes 5 de abril, por ejemplo, la línea Mitre debió operar con un esquema especial dado que se detectaron 32 casos positivos en Control Trenes. Esto obligó a iniciar los servicios en los ramales eléctricos a las 6 de la mañana y a limitar el tráfico en los ramales diesel hasta las 14. Si algo así se repite en otras líneas, el funcionamiento de la red ferroviaria podría verse seriamente comprometido.
Al respecto, desde Trenes Argentinos informaron a enelSubte que el pasado martes se realizó una reunión entre todos los gerentes de línea de la operadora estatal para adoptar una estrategia en común para hacer frente a este tipo de situaciones. A pesar de que existen protocolos bastante rígidos en los lugares de trabajo y de que está claro que los contagios suceden fundamentalmente en el ámbito privado de los empleados, en dicho encuentro se abordó la posibilidad de acelerar la vacunación del personal de conducción, guardas y control de tráfico. «Son tipos muy difíciles de reemplazar en el momento y te afectan la operación. Con 20 guardas que se te infecten, son 10 trenes menos en servicio«, estimaron voceros de la empresa. En el caso de los conductores, es aún más complejo reemplazarlos en caso de enfermedad debido al tipo de conocimiento específico que poseen sobre las características de su linea, el material rodante que manejan y los sistemas de señales en funcionamiento.
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Para evitar que el sistema de transporte público se frene, no sólo ante un aumento de los contagios entre el personal sino porque pueda ayudar a propagar la enfermedad, desde Transporte anunciaron que se reforzarán los controles en los ingresos a las estaciones. Así, se desplegarán las fuerzas de seguridad para solicitar los permisos de circulación y controlar el uso de barbijo. Sobre este último punto, se instalaron en algunas estaciones cámaras especiales sobre los molinetes que detectan si el usuario está usando o no mascarilla; en caso de que no lo haga, el molinete no se abrirá. Además, se reforzará el uso del sistema de reservas de viajes mediante la aplicación Reserva tu Tren, ya implementada y en vigencia en la mayoría de las líneas ferroviarias metropolitanas.
Estas medidas buscan contrarrestar la imagen de coches y estaciones abarrotadas de pasajeros que se repitió asiduamente en redes sociales en las últimas semanas. El regreso de la Policía a los accesos buscará disuadir la utilización del transporte público para fines de esparcimiento, algo que se generalizó en los últimos meses al relajarse los controles. No obstante, desde el Gobierno no descartan atacar otro frente que conlleva a la saturación del sistema: las horas pico. Esta tarea, que se complementaría con un renovado fomento al teletrabajo, sería dejada en manos de los municipios quienes, por una cuestión de cercanía territorial, son los que están en mejores condiciones de negociar con los empleadores los horarios de entrada y de salida de los trabajos en función de la situación epidemiológica local.
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El aumento de los casos de coronavirus entre el personal, la falta de material rodante y un estado financiero crítico amenazan, entre otros factores, con poner al transporte público en una grave crisis ante la llegada de la segunda ola de la pandemia. La intensificación de los controles y de la limpieza buscarán paliar estos problemas, algunos ya crónicos, para evitar el colapso de un sistema que desde hace mucho tiempo opera al límite.