El presidente de Francia, Emmanuel Macron, firmó un decreto por el que prohibe la oferta de vuelos que compitan con servicios ferroviarios que unan ciudades en hasta dos horas y media de viaje.
La medida, que entró en vigor el pasado martes, se tomó con el propósito de ayudar en los esfuerzos de reducción de las emisiones de dióxido de carbono de la economía gala, en línea con los compromisos internacionales asumidos por el país. De momento, ya se han suprimido tres rutas aéreas que unían el aeropuerto de Paris-Orly con Nantes, Burdeos y Lyon aunque se aclaró que quedan exentos de cumplimiento los vuelos de conexión.
Para que la disposición pudiera ser aplicada, la Unión Europea indicó al gobierno francés que debían cumplirse algunos parámetros: el tiempo de viaje en tren no debe superar las dos horas y media, el corredor ferroviario debe prestar servicios de alta velocidad y debe haber suficientes frecuencias a lo largo del día (en especial en las primeras y últimas horas de la jornada) de forma tal que los pasajeros puedan pasar al menos ocho horas en la ciudad de destino.
No obstante, las críticas no se hicieron esperar. El ex vicepresidente del sindicato de pilotos de Air France, Guillaume Schmid, expresó en Twitter que la medida es innecesaria puesto que los pasajeros ya se decantan naturalmente por el ferrocarril cuando se trata de recorrer distancias tan cortas. Desde otros sectores cuestionaron la medida puesto que la redacción original de la propuesta contemplaba la eliminación de vuelos que compitieran con trenes en distancias que se pudieran recorren en hasta cuatro horas de viaje.
En tanto, se han salvado de la cancelación los vuelos entre el aeropuerto Charles de Gaulle y las ciudades de Rennes y Lyon así como la conexión entre esta última y Marsella puesto que el gobierno considera que no hay suficiente oferta ferroviaria entre ellas. También se decidió mantener las conexiones desde Charles de Gaulle con Burdeos y Nantes en virtud de que el método que el gobierno emplea implica calcular el tiempo de viaje hasta la terminal aérea (en las afueras de la capital) y no hasta el centro de París, en cuyo caso sí se cumpliría el criterio establecido por el decreto.
Según el tercer informe de la aviación europea, que la Agencia Europea de Seguridad Aérea hace cada tres años, las emisiones de dióxido de carbono de la industria aeronáutica aumentaron un 34% entre 2005 y 2019 hasta alcanzar las 147 millones de toneladas. El reporte advierte que, de no mediar acción, las emisiones se incrementarán hasta las 188 millones de toneladas en 2050, un 28% adicional desde 2019.