Martín Machain

Profesional en Sistemas de Información y Transporte

Por qué el Metrobus no puede ganarle al Subte

El correcto planeamiento de una red intermodal de transporte es el único camino que permitirá a Buenos Aires alcanzar una movilidad acorde a sus necesidades, ecológica, rápida, segura y sostenible. El Metrobús puede ser adecuado para corredores de demanda media o como alimentador, pero el Subte debe cubrir trazados troncales.

¿Por qué Metrobus y no Premetro?

Mientras varias ciudades de América Latina y Europa apuestan por el tranvía como medio de transporte, el gobierno porteño profundiza su estrategia de carriles exclusivos para el transporte automotor, a los que no duda en calificar como «nuevo medio de transporte». En Buenos Aires, los tranvías viven su peor momento: el de Puerto Madero está inactivo desde hace casi dos años sin que nadie se preocupe por su suerte y el Premetro enfrenta un alarmante estado de abandono.

Línea E a Retiro, con obstáculos

La línea E –última línea de subte en inaugurarse antes de la H, el 20 de junio de 1944– vivió diversos cambios y modificaciones en su traza original. Fue la única línea en cambiar de cabecera, ya que inicialmente su recorrido finalizaba en la estación Constitución, compartiendo andenes al mismo nivel con la que hoy es la línea C. Desde 1966 fue progresivamente extendiéndose hacia el este y luego hacia el oeste, uniendo hoy las estaciones Plaza de los Virreyes en el barrio de Flores con Bolívar en la Plaza de Mayo.

Esta línea, relativamente joven pero olvidada, es la única que no ha recibido la «mano mágica» de Metrovías en su ingreso a la operación de la red en enero de 1994. Además, es la línea que menos pasajeros transporta, considerando que es una de las más extensas de la red, ubicada detrás de las líneas D y B. Su expansión continuó hasta 1986, año en que se inauguró Virreyes. Desde entonces permaneció quieta hasta hoy, que se ha convertido en una de las líneas de mayor recepción de inversiones estatales.

En su extremo oeste los trabajos consisten en conectar el Taller Central Mariano Acosta con el nudo de la cola de maniobras de Virreyes. En su extremo este, la línea se extiende con tres nuevas estaciones para llegar a la terminal multimodal de pasajeros más grande del país: Retiro.


(Actual extremo este del túnel de la línea E. En 2009 se unirá con el proveniente de Retiro)

 

Este tramo –el único no planificado por la propietaria de la red Subterráneos de Buenos Aires S.E.– se encuentra en marcha desde abril de este año y planea estar finalizado para fines del año 2010. Sus obras son afrontadas con recursos del Estado nacional, a diferencia de las restantes en ejecución en el resto de la red, las cuales corren por cuenta de la Ciudad.

El nuevo tramo de tres estaciones atraviesa el casco histórico de Buenos Aires, y conectará la Plaza de Mayo con Retiro. Se convertirá así en la única línea que combine absolutamente con todas las líneas, incluyendo el Premetro, cuando estén listos los enlaces con los subtes B en Leandro N. Alem y C en Retiro.

 


(Trazado de la extensión, que también contempla la construcción de una cochera)

 

El nuevo tramo contará con estaciones sumamente modernas:

  • Correo Central, ubicada en L. N. Alem y Corrientes, donde combinará con la línea B. El vestíbulo central quedará ubicado en la cuadra de acceso al edificio del ex Correo Central, que será reinaugurado para el Bicentenario. La estación se caracterizará por ser la más profunda del nuevo tramo.
  • Catalinas, ubicada en L. Alem y Córdoba, será una estación bien espaciosa con un estilo acorde a la zona en que estará emplazada. Respecto a su estructura, será similar a la estación Juramento de la línea D, pero se destacará por su lujosa decoración.
  • Retiro será una estación monumental: con una gran caverna, vestíbulo central, pasillos amplios y diversos accesos, combinará con la línea C. Su temática estará ligada a las estaciones de los ferrocarriles Mitre y Belgrano, edificios centenarios con decoraciones inglesa y francesa respectivamente.

Sin embargo, no todo marcha como lo deseado. Los trabajos en este pequeño pero importante tramo prometen ser tediosos y complicados. En este primer semestre de obras, los ingenieros y obreros no han dejado de sorprenderse por los hallazgos de una obra que recién comienza.

Si bien los ingenieros reconocieron a este medio que imaginaban una tarea nada fácil bajo tierra, no esperaban encontrarse con tantos objetos históricos, propios de una zona de importancia de la Ciudad. Sepultadas bajo la tierra hay desde vías de tranvía hasta azulejos y paredes de lo que alguna vez fueron hogares.

Estas sorpresas son hasta agradables si se las compara con los dos obstáculos que tienen detenidas las obras desde hace semanas semanas. Obstáculos que tienen en desvelo a los ingenieros y técnicos que encabezan la obra.

Los cateos previos a las excavaciones descubrieron algo que no figuraba con tanta exactitud en los planos de la Ciudad: dos gigantescos caños que obstruyen el trazado del túnel llegando a Retiro. Uno de los caños, el más pequeño, es cloacal y tiene unos 3 metros de diámetro. El otro es mucho mayor, alcanzando los 5 metros de diámetro, y es el encargado de llevar hasta el río todo lo escurrido en los desagües pluviales de gran parte de la Capital.

Los caños aún cumplen su cometido, pero son extremadamente añejos y su estructura es de hormigón en muy mal estado. Estas estructuras delicadas consecuencia del paso del tiempo complican seriamente los trabajos ya que, tanto por la magnitud de sus tamaños y su vital importancia para los servicios de la Ciudad como por lo delicado de su estructura, su reubicación fue totalmente descartada.

Además, la particularidad consiste en que ambos caños se encuentran a sólo 13 metros entre sí. El cloacal está ubicado a 10 metros de profundidad y corre bajo la calle Ramos Mejia. El pluvial –el más grande– se encuentra unos metros más cerca de la superficie y corre bajo la avenida Leandro N. Alem, aunque realiza un giro complicado a la altura de la Torre de los Ingleses, dirigiéndose hacia el río (ver imagen principal). A esto hay que agregarle la existencia de los dos túneles de la línea C –el original y el que se construyó posteriormente para la estación Gral. San Martín–, que junto a su actual estación Retiro se encuentran a nivel calzada y complican aún más el panorama.

Por todo esto, la obra se ha desacelerado bastante y los ingenieros han postergado el inicio de las excavaciones hasta tanto puedan rediseñar los planos y diagramar de nuevo los trabajos a seguir, ya que se ha abierto la posibilidad de cambiar el trazado del túnel y reubicar el emplazamiento de la estación Retiro. La otra opción es enfrentarse a un gran desafío: conservar el trazado original del túnel y pasar entre medio de los dos grandes caños. Esta posibilidad está demandando días de cálculos y análisis exahustivos por parte de los equipos técnicos, que analizan si es posible pasar entre medio de dos gigantes peligrosos, considerando además que el túnel debería inclinarse demasiado para hacer un zig-zag entre ambos.

Si bien aún no hay nada definido, el cuerpo de profesionales está estudiando qué ocurriría en caso de optar por la segunda alternativa, ya que los trabajos en este tramo serían muy lentos y delicados, sin olvidar que los caños son absolutamente intocables. La ruptura de uno de ellos produciría estragos en la zona y en los servicios cloacales o de desagües de la Ciudad.

Mientras los ingenieros analizan las posibilidades, han sido postergadas un sinfín de obras que dependen de esta decisión. Todavía no se ha definido, incluso, si comenzar las excavaciones desde Libertador o desde Plaza de Mayo. Hasta el momento sólo se ha instalado un único obrador, ubicado frente a Plaza San Martín, aunque se estudia colocar otro dentro de poco tiempo.

 


(Actual obrador en Retiro)

 

En cuanto a la primer posibilidad, que contempla la reubicación de la futura estación Retiro de esta línea E, implicaría no sólo mayores trabajos para enlazar las combinaciones peatonales con la actual Retiro de la línea C –redundando en mayores distancias para combinar– sino también una nueva planificación que contemple en un futuro la llegada de la línea H por Libertador.

El resto de las numerosas interferencias de este complicado tramo no generarán mayores problemas y podrán ser esquivadas o reubicadas. Los responsables de las obras aseguran que, si bien existen demoras en el inicio de las excavaciones propiamente dichas, estos inconvenientes no afectarán la fecha de finalización de este emprendimiento, estimada para el 2010.

 

 


(Animación digital del trazado inicial de la línea E realizando la opción más complicada, atravesando ambos caños y el túnel actual de la línea C)

 

 

El PRO sólo ganó en la línea D

El Metrobús fue uno de los principales bastiones del PRO, pero el Subte copó la campaña. Tras un cierre muy ajustado, el mapa de los resultados muestra que la única línea donde ganó Larreta fue la D. Duras derrotas en los corredores de las líneas A y B, ésta última emblema de la falta de gestión del PRO en Subtes.

Línea E: 70 años buscando pasajeros

Coche CAF-General Eléctrica Española, engalanado para la inauguración de la extensión de la línea E a Bolívar y Avenida La Plata, 1966. La línea E ha sido desde sus inicios «un proyecto en busca de su justificación», parafraseando el título del reciente libro publicado por los ingenieros Agosta y Martínez. Inaugurada hace ya setenta años, su existencia es la más accidentada de todas las líneas de Buenos Aires y es también, la que ha concentrado la mayor cantidad de proyectos y variantes para extenderla, potenciarla y sumarle pasajeros. Tamaña inversión en dinero, tiempo y energía no ha impedido que, siete décadas luego de su inauguración y con una traza sustancialmente diferente y extensa a la entonces habilitada, continúe estando anémica de pasajeros que le den sentido. LOS INICIOS Lo que actualmente conocemos como línea E responde al proyecto de la «línea 2» de la Compañía Hispano-Argentina de Obras Públicas y Finanzas (CHADOPyF), que había inaugurado en 1934 el primer tramo de su «línea 1» (actual C) y de su «línea 4» (actual D). El trazado diseñado por la CHADOPyF contemplaba la vinculación de la estación Constitución, que compartiría con la línea C, y Parque Chacabuco. Después de un cambio que llevó a descartar la opción del túnel bajo la calle Pavón (que quedó desde entonces como cochera), se optó por una traza que discurría principalmente bajo las avenidas San Juan y su continuación Directorio, hasta la intersección con Centenera. Las tareas de construcción comenzaron en 1938 y finalizaron en 1940, pero para ese entonces la CHADOPyF había entrado en conflicto con las compañías constructoras alemanas, guerra mundial mediante. En la demora por la habilitación influyó también el conflicto que la empresa y el Estado arrastraban desde la conformación de la Corporación de Transportes de la Ciudad de Buenos Aires (CTCBA), ente mixto integrado por las empresas de tranvías, subterráneos, ómnibus y colectivos, en 1936. Según la CHADOPyF, la subvaloración de sus activos realizada por la Corporación comprometía sus finanzas. En 1940, la compañía se vio obligada a incumplir el pago de intereses de sus debentures, que habían sido adquiridos como inversión, en su mayoría por pequeños ahorristas, comerciantes de barrio, almaceneros e incluso obreros, la mayoría de ellos miembros de la enorme colectividad española de Buenos Aires. El conflicto continuó y la penuria de los ahorristas se agudizó, pero el golpe de gracia para la CHADOPyF no provino de este lado, sino del golpe militar del 4 de junio de 1943. En 19 de junio de 1944, un día antes de habilitarse al público la línea E, el presidente Edelmiro Farrell decretó la confiscación de los activos de la CHADOPyF. LA APERTURA El 20 de junio de 1944, el gobierno militar inauguró finalmente el servicio, que se prestaba entre las estaciones Constitución (que compartía con la línea C) y General Urquiza, con detenciones en San José, Entre Ríos, Pichincha, Jujuy y General Urquiza. A fines de ese mismo año se adicionó una estación más, habilitándose la provisoria Boedo, cuya construcción definitiva llegaría recién 16 años después. La línea E utilizaba los mismos coches y señalamiento que la línea C, ambos provistos por la alemana Siemens. Inauguración de la línea E en Constitución, 20 de junio de 1944 (Archivo General de la Nación – Ministerio del Interior y Transporte) El intendente de la Capital, teniente coronel Cascia (tercero desde la izquierda sobre el andén), inaugura el apeadero provisorio Boedo en diciembre de 1944. (Archivo General de la Nación – Ministerio del Interior y Transporte) Pero, pese a que parecían soplar mejores vientos, los pasajeros nunca llegaron. La avenida San Juan era en aquel entonces una zona de escasísima densidad poblacional. Los estudios realizados por la CHADOPyF al momento de iniciar la construcción de la línea pensaban en que serviría a los obreros de fábricas («de cuello azul») que trabajaban en la zona sur del conurbano -las entonces prósperas localidades fabriles de Avellaneda y Lanús-, que se devolverían a sus hogares mediante el Ferrocarril Roca a Constitución y desde allí con la línea E a sus hogares en el eje San Juan. LA REORIENTACIÓN HACIA EL CENTRO Inmediatamente, ante el exiguo tráfico, comenzó a estudiarse la posibilidad de reorientar la traza hacia el centro de la ciudad, ya que la traza a Constitución no era rentable. El nuevo proyecto, cuya construcción comenzó en 1957, bajo otro gobierno militar de distinto cuño, llevaba a la línea E hasta la mismísima Plaza de Mayo con cuatro nuevas estaciones: una nueva San José, Independencia, Belgrano y Plaza de Mayo (luego Bolívar). La obra tuvo un punto de especial complejidad en la estación San José, donde se construyeron dos estaciones de andén único rodeando a la anterior (de andenes enfrentados y diseño estándar CHADOPyF) con dos túneles de vía única. El túnel del lado sur debía no sólo rodear a San José, sino también atravesar por debajo la antigua traza a Constitución, en una obra de compleja ingeniería. A las nuevas estaciones del centro se les sumó una nueva parada en el extremo oeste: Avenida La Plata, construida en andén central. Las cinco estaciones fueron inauguradas recién en abril de 1966 por el presidente radical Arturo Illia, quien apenas dos meses después sería derrocado por las Fuerzas Armadas. En esta oportunidad oficiaron como coches inaugurales los entonces modernos CAF-General Eléctrica Española, fabricados en Bilbao a partir de 1964 y enviados por España como cancelación de parte de la deuda que la nación ibérica sostenía con nuestro país. El Presidente de la Nación, Arturo Illia, procede al corte de cintas de la estación Bolívar, el 24 de abril de 1966. (Fotografía: Archivo General de la Nación – Ministerio del Interior y Transporte) Las unidades contaban con adelantos y cuestiones llamativas como iluminación fluorescente, asientos de cuerina, indicadores frontales de destino (de cuya utilización no hay testimonio gráfico), además de una aceleración y velocidad final envidiables para el resto de la flota. La mayor parte de sus características originales desaparecieron a mediados de los 70, cuando Subterráneos de Buenos Aires envió a toda la flota a una remodelación realizada por Igarreta asimilándolos a las modificaciones que la misma firma realizara sobre los coches Siemens. Curiosamente, el servicio a Constitución no sufrió su cancelación durante ese primer año de 1966. Durante algunos meses se mantuvo un servicio de tipo lanzadera entre Constitución y la vieja estación San José, donde se podía combinar con los servicios al centro y a Avenida La Plata y que era prestado con un único coche motor Siemens. Los escasísimos pasajeros que lo utilizaban llevaron a Subterráneos a eliminar la curiosa lanzadera a fines de ese año. Desde entonces, el túnel entre Constitución y San José no recibe tráfico de pasajeros. Hasta mediados de los 90, cuando Metrovías convirtió a la San José clausurada en taller, la estación se usaba para estacionamiento de coches y acopio de materiales, conservando su aspecto original. Estación San José clausurada, tal como lucía a fines de los 80. Fotografía: Eduardo Maciel De hecho, fue utilizada para el rodaje de la película Moebius, dirigida por Gustavo Mosquera durante 1996, donde San José fungió como varias estaciones ficticias. Lo cierto es que, en el primer año de operación plena de la E con sus nuevas cabeceras (1967), el tráfico triplicó al recibido durante 1965, aunque seguía siendo bajo en comparación a las demás líneas. HACIA EL BAJO FLORES La relativamente exitosa reorientación de la línea E alimentó la continuación de los planes de extensión hacia el oeste. Entre 1969 y 1973 se construyó la estación José María Moreno, que fue inaugurada en julio de ese año. El resto de la extensión hacia Plaza de los Virreyes correría por cuenta de la empresa AUSA (Autopistas Urbanas S.A.), quien la ejecutaría en conjunto con la construcción de la autopista 25 de Mayo (AU1), que fuera habilitada en 1980. La demora entre la construcción de las estaciones y su habilitación, que comenzaría paulatinamente a partir de 1985, obedeció a las dilaciones en la adjudicación de la obra electromecánica. Las estaciones se abrieron luego del retorno a la democracia: Emilio Mitre se habilitó en octubre de 1985 y al mes siguiente fue el turno de Medalla Milagrosa, que había sido proyectada con el nombre de «Dávila» y de Varela, que ofició de terminal hasta mayo de 1986, cuando se habilitó la estación Plaza de los Virreyes. BUSCANDO MÁS PASAJEROS: EL PREMETRO A mediados de los 80, los profesionales llegados a Subterráneos de Buenos Aires con el gobierno radical comenzaron a diseñar alternativas para sumar nuevos pasajeros a aún sub-utilizada línea E. El proyecto, presentado en 1984, contemplaba dos líneas: la E1, vía Dellepiane y General Paz, con ramificaciones a Puente de la Noria y el barrio Piedrabuena, y la E2, única construida, hacia el complejo Lugano I y II. El Premetro fue pensado como alimentador de la línea E, proporcionando a los usuarios de dichos barrios y del centro de transbordo de Puente La Noria una rápida conexión con el Subte. Pese a un auspicioso debut y a la adquisición de modernos coches tranviarios Materfer, de fabricación nacional y elementos compartidos con el «Coche Único» Fiat-Materfer, en el medio de la compleja situación económica de Argentina a fines de los 80, el proyecto no llegaría a completarse. El Intendente de la Capital, Facundo Suárez Lastra, inaugura el Premetro E2 (1986). Foto: Kogan Ediciones Premetro, recién habilitado con los nuevos coches provistos por Materfer. En 1987 se habilitó la línea E2, aunque incompleta, uniendo mediante dos ramales Plaza de los Virreyes con el Centro Cívico de Lugano y el apeadero General Savio. Con la privatización del servicio, inminente a partir de 1988, los proyectos de la red de Premetro quedaron congelados y fueron rápidamente olvidados. PRÓXIMA ESTACIÓN: RETIRO Cuando Metrovías tomó a su cargo en 1994 la administración y operación de la red bajo un régimen de concesión, adquirió por contrato la obligación de encarar y ejecutar la extensión de la línea E hasta Retiro con fondos propios, provenientes de la recaudación de boleterías. La empresa del grupo Roggio solicitó inclusive en 1998 un aumento del cospel de $0,45 a $0,50 para financiar esta obra en particular. Pese a que en 1999 y 2000 se autorizaran nuevos incrementos a $0,60 y $0,70, la obra nunca empezó. En 1999 la concesionaria Metrovías encargó un estudio sobre la prolongación de la línea E hasta la terminal de Ómnibus de Retiro, con estaciones en Correo Central, Catalinas, Retiro (en paralelo a la línea C) y Terminal de Ómnibus. Pero no pasó de un simple proyecto. Proyecto de extensión a la Terminal de Ómnibus Para esa misma época comenzaban a tomar cuerpo los estudios de la consultora ATEC para la construcción de la línea H, donde se mencionaba expresamente la necesidad de cubrir el eje Libertador/Alem, que el estudio proponía servir con una extensión de la línea H, cuyas estaciones serían (desde el norte): Retiro, Catalinas, Viamonte y Correo Central. Esta alternativa que implicaba que las líneas E y H formaran una misma unidad operativa, necesariamente implicaba abandonar los planes de la concesionaria de prolongar la «E» hasta la Terminal de Ómnibus. La recesión económica se comenzaba a sentir y finalmente, en diciembre de 2001 las condiciones que habían hecho posible el esquema de concesiones se venían abajo. Tales modificaciones en el panorama obligaron a detener todas las inversiones, que en virtud de la Ley de Emergencia Ferroviaria de 2002 dictada durante el gobierno interino del presidente Duhalde, pasaron a depender del Estado Nacional. La tarifa, con la que se pretendía cubrir el costo de las obras quedó congelada, recibiendo Metrovías a partir de ese entonces crecientes cantidades de subsidios por parte de la Nación, con controles escasamente rigurosos sobre los mismos. Recién en 2006 el Estado Nacional decidió avanzar con la licitación de la extensión de la línea E, que finalmente quedó en manos del Grupo Roggio, controlante de Metrovías. De esta forma, el Estado terminó ejecutando con fondos públicos una obra que era obligación contractual de la concesionaria. Vestíbulo de la estación Correo Central de la línea E, aún no inaugurada. Al día de hoy, las estaciones cuentan con avanzadísimos porcentajes de ejecución. Tanto Correo Central como Catalinas están en un 100% terminadas en lo que respecta a obra civil y arquitectura, mientras que Retiro observa un 95% de ejecución. La cola de maniobras post-Retiro también se encuentra terminada y las vías serán colocadas por Roggio en el marco de la obra de renovación de vías de la línea E, que le fue adjudicada por SBASE el año pasado. Sin embargo, las estaciones se demorarán en recibir pasajeros debido a que restan los componentes electromecánicos, señalamiento y potencia. En mayo pasado SBASE y el Ministerio del Interior y Transporte de la Nación iniciaron conversaciones para terminar la obra que estiman, no estará lista antes de 2016 o principios de 2017.

Peor el remedio que la enfermedad

El proyecto de ley enviado por el macrismo tiene falencias graves. Reduce a SBASE a organismo técnico y permite concesionar, contratar obras y subir la tarifa sin ningún control. Omite procedimientos como llamados a licitación y audiencias públicas. Menciona a «los ferrocarriles de superficie» pero no contempla al Tranvía del Este. Condiciona la insalubridad y el derecho a huelga. No diferencia tarifas y hasta considera multas a los usuarios. Un análisis de los artículos más polémicos del texto.

Una buena excusa para un emprendimiento inmobiliario

Con la infaltable ayuda de la izquierda y el progresismo, el PRO se encamina a votar el inicio de lo que será un proyecto inmobiliario a futuro. Lejos de resolver los problemas de la Villa, la línea H prepara el terreno para el emblemático proyecto de Retiro Norte y Puerto Madero II. La historia de un sigiloso plan que, en silencio, viene avanzando desde el 2007.